El flan de huevo es uno de los postres más clásicos de la cocina casera. Con pocos ingredientes y una elaboración sencilla, se consigue un postre suave, cremoso y con ese delicioso toque de caramelo que lo hace inconfundible. Es perfecto tanto para cerrar una comida especial, como para disfrutarlo cualquier día con un café o una infusión. Su textura ligera y su sabor tradicional lo convierten en una apuesta segura. Los ingredientes son los siguientes:
Para el flan:
- 4 huevos.
- 500 ml de leche entera.
- 100 g de azúcar.
- 1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional).
Para el caramelo:
- 100 g de azúcar.
- 2 cucharadas de agua.
Lo primero es preparar el caramelo. Para ello, se coloca el azúcar junto con el agua en un cazo a fuego medio. No hace falta remover demasiado, con mover ligeramente el cazo en círculos para repartir el calor es suficiente. En pocos, minutos el azúcar se irá fundiendo hasta adquirir un color ámbar dorado. En cuanto llegue a ese punto, se vierte rápidamente en el fondo del molde, inclinándolo para cubrir bien la base. Es importante hacerlo con cuidado porque el caramelo está muy caliente y solidifica enseguida.
Para preparar el flan, se baten los huevos en un bol hasta que estén bien mezclados, sin llegar a espumar. Luego, se añade el azúcar y se remueve hasta que éste se disuelva. A continuación, se incorpora la leche poco a poco y, si se desea, unas gotas de esencia de vainilla para darle un toque más aromático. La mezcla debe quedar homogénea y sin exceso de burbujas.
Una vez lista, se vierte con cuidado sobre el molde ya caramelizado. Para una textura más fina, se puede colar la mezcla antes de verterla. Después, se coloca el molde en una bandeja de horno profunda y se llena esta con agua caliente hasta cubrir aproximadamente la mitad del molde, creando un baño maría.
Se introduce en el horno precalentado a 160 ºC y se hornea durante unos 45-50 minutos, o hasta que al pinchar con un palillo este salga limpio. El tiempo puede variar ligeramente según el tamaño del molde. Una vez cuajado, se saca del horno y se deja enfriar a temperatura ambiente antes de meterlo en la nevera. Lo ideal es dejarlo reposar unas horas, mejor aún si es de un día para otro.
Para desmoldar, se pasa un cuchillo fino por el borde del molde, se da la vuelta sobre un plato y se deja caer suavemente. El caramelo se deslizará por encima, formando esa capa brillante tan característica. ¡Esperamos que lo disfrutes!